Salud Mental y el costo de la inacción

Iniciativas privadas y la legislación progresiva en México abren caminos hacia una sociedad informada. La clave yace en la prevención, la inversión y, sobre todo,la humanización de las políticas de salud mental.

En el contexto de un mundo globalizado y altamente competitivo, la salud mental ha surgido como uno de los desafíos más significativos de nuestro tiempo, tanto por su impacto humano como económico, que repercute en la fuerza laboral.

A nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud estima que 970 millones de personas padecen algún trastorno mental. Incluso, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) destacó la importancia de democratizar los servicios de salud mental y garantizar una cobertura adecuada.

En México, los datos que reporta la Secretaría de Salud son igualmente alarmantes. Aproximadamente 15 millones de personas viven con trastornos mentales, como ansiedad generalizada, estrés postraumático y depresión. Sin embargo, desafortunadamente, solo una de cada diez personas recibe el tratamiento que necesita de manera oportuna.

Según Alex Muela, CEO de MR Laboratorio de Ideas, los trastornos mentales no discriminan y están afectando a 1 de cada 7 jóvenes globalmente. Pero a pesar de su prevalencia, estos padecimientos a menudo permanecen ocultos, encubiertos por el estigma y la falta de acceso a recursos de salud mental adecuados.

El costo de la inacción

El descuido de la salud mental tiene un precio. Empresas que hacen caso omiso a estas necesidades enfrentan 15 veces más ausentismo y 6 veces más rotación de personal, con costos que se elevan a millones de pesos en faltas y renuncias, así lo consideró la CEO y cofundadora de Cuéntame, Regina Athié.

El ausentismo relacionado con trastornos psicológicos reducen la productividad empresarial en 23.8%, las cifras subrayan una crisis humanitaria sino también una crisis económica, con implicaciones directas en la fuerza laboral y la economía.

Salud mental y el costo de la inacción

Inversión y prevención

Afortunadamente, la respuesta a esta crisis puede ser tan rentable como ética. Invertir en la salud mental de los colaboradores ofrece un retorno de inversión significativo, con beneficios que multiplican el capital inicial, tal y como indica Cuéntame, una startup dedicada al bienestar mental.

La campaña “Vengo del Futuro” ejemplifica esta filosofía preventiva. Al desarrollar la inteligencia emocional en adolescentes, se colocan las bases para una fuerza laboral más resiliente y emocionalmente equipada para enfrentar desafíos futuros.

Athié explicó que los riesgos psicosociales más frecuentes entre los colaboradores son: las jornadas laborales extensas, la carga de trabajo, la falta de control sobre las actividades y el poco o nulo reconocimiento ante el desempeño. “Este tipo de riesgos, cuando se cruzan, incrementan al menos al doble la tasa de problemas cardiovasculares, el porcentaje de estrés, ansiedad y depresión, y desencadenan menor autoestima en los colaboradores, lo que resulta en un desequilibrio entre su vida personal y laboral y pueden ser la causa de la renuncia a su trabajo”.

Futuro más sano

La salud mental ya no puede ser una reflexión tardía en la agenda económica. Es imperativo que gobiernos, organizaciones y empresas reconozcan su importancia y actúen para fomentar el bienestar de la población.

Fuente: El Economista

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