El aumento de microplásticos en los mares ha alcanzado niveles alarmantes, afectando tanto a la biodiversidad marina como a la salud humana. Frente a esta crisis, investigadores en Japón han logrado desarrollar un nuevo tipo de plástico que podría marcar un antes y un después en la lucha contra la contaminación de los océanos. Según información de ABS CBN, se trata de un material resistente, pero capaz de disolverse completamente en agua salada en cuestión de horas.
Este avance tecnológico, liderado por el Centro para la Ciencia de la Materia Emergente (CEMS) del instituto RIKEN y la Universidad de Tokio, responde a una urgencia planetaria: detener la acumulación de plástico contaminante en el océano. Su composición única permite una descomposición controlada, lo que lo convierte en una alternativa prometedora para reducir la presencia de residuos en los ecosistemas marinos.
¿Un plástico que se disuelve con el mar?
La innovación consiste en un plástico que mantiene la fuerza y flexibilidad del convencional, pero que se desintegra al contacto con el agua salada. Esta descomposición ocurre por un enlace salino entre dos monómeros iónicos, que permite que el material regrese a sus componentes originales. En condiciones de laboratorio, el plástico desaparece en solo dos a tres horas.
Este hallazgo es significativo, ya que muchos plásticos biodegradables no logran desintegrarse por completo y dejan residuos. Así, la mayoría de las soluciones anteriores contribuyen a la generación de microplásticos, el tipo de plástico contaminante en el océano que más daño causa. Con esta nueva tecnología, se pretende romper ese ciclo de contaminación silenciosa y persistente.
El equipo de RIKEN ha demostrado la eficacia del material en condiciones controladas, pero la clave estará en su aplicación masiva. Aunque todavía no hay planes de comercialización, la comunidad científica ha mostrado gran interés en su potencial, especialmente en sectores como el del embalaje.
La amenaza persistente de los microplásticos
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la contaminación por plásticos podría triplicarse para 2040. Se estima que entre 23 y 37 millones de toneladas métricas de residuos se añadirán a los océanos cada año si no se toman medidas. El plástico contaminante en el océano no solo daña ecosistemas, también pone en riesgo la salud humana.
En 2020, se liberaron al medio ambiente aproximadamente 2.7 millones de toneladas métricas de microplásticos. Estos fragmentos, de menos de cinco milímetros, se han encontrado en órganos humanos como el cerebro y las arterias, revelando la magnitud del problema. El impacto en la fauna marina es aún más evidente: obstrucción digestiva, asfixia y toxicidad acumulada.
La urgencia de soluciones sostenibles se ha vuelto un asunto prioritario para gobiernos y empresas. Esta innovación japonesa podría representar un punto de inflexión, al proponer un material que se integra al ciclo natural sin dejar huella tóxica. El reto será escalar su producción sin comprometer su eficiencia ni su bajo impacto ambiental.

Japón busca combatir plástico contaminante en el océano
En Japón, casi todos los envases son de plástico, lo que convierte al país en un punto clave para probar alternativas sostenibles. La propuesta de RIKEN y la Universidad de Tokio tiene como una de sus metas reemplazar los envases tradicionales, una fuente frecuente de plástico contaminante en el océano.
Aunque aún no se ha formalizado una estrategia de comercialización, la industria del embalaje ha mostrado gran interés. Reducir el impacto de estos productos en el entorno marino representaría un avance crucial hacia una economía circular. La clave será combinar la funcionalidad del nuevo material con un precio competitivo para el mercado.
Para avanzar, será necesario un esfuerzo conjunto entre investigadores, empresas y legisladores. La ciencia ya ha dado un paso importante, pero para eliminar el plástico contaminante en el océano, es indispensable que esta tecnología llegue a las manos adecuadas y se implemente a gran escala.
El rol de la responsabilidad social corporativa
Este desarrollo tecnológico plantea una oportunidad directa para las áreas de sostenibilidad y responsabilidad social de las empresas. Aquellas que operan en sectores con altos niveles de generación de residuos plásticos podrían liderar el cambio adoptando este tipo de materiales.
Empresas comprometidas con la reducción de su huella ecológica pueden combatir el plástico contaminante en el océano a través de innovaciones como esta. Invertir en alternativas sostenibles también puede traducirse en beneficios reputacionales y regulatorios a mediano plazo.
Asimismo, políticas públicas más estrictas y colaboraciones público-privadas serán determinantes para acelerar la adopción de estos plásticos solubles. La tecnología está disponible, pero se necesita voluntad para transformar los modelos actuales de producción y consumo.

Ciencia, innovación y compromiso ambiental
La creación de un plástico que se descompone en agua salada representa una esperanza tangible frente al grave problema del plástico contaminante en el océano. Su capacidad para desintegrarse sin dejar microplásticos ni residuos tóxicos puede revolucionar la forma en que concebimos el diseño de materiales. La investigación liderada por Japón es un recordatorio de que la ciencia puede aportar soluciones concretas cuando se le dota de recursos y enfoque.
Sin embargo, la innovación por sí sola no bastará. Las empresas, los gobiernos y la sociedad deben asumir un rol activo para garantizar que estas tecnologías lleguen al mercado y generen el impacto necesario. El futuro del océano y de la salud humana depende de nuestra capacidad de actuar ahora con responsabilidad, visión y compromiso.
Fuente: Expok Comunicación de Sustentabilidad y RSE.