El agua es, sin duda, el recurso más valioso del planeta. Sustenta la vida, garantiza la producción de alimentos y es clave para innumerables procesos industriales. Sin embargo, hoy enfrentamos una crisis hídrica global alimentada por décadas de uso ineficiente, contaminación y sistemas de gestión obsoletos.
La agricultura, responsable del 70 % del uso de agua dulce, contribuye significativamente a este escenario. Las fugas, la escorrentía de nutrientes y la mala planificación de los riegos han provocado un desperdicio colosal de recursos hídricos. En este contexto, la tecnología tiene un rol crucial que jugar, y una de las soluciones más prometedoras proviene de una fuente casi invisible: las nanoburbujas.
Qué son las nanoburbujas: una revolución desde lo invisible
De acuerdo con Sustainable Brands, comprender qué son las nanoburbujas implica adentrarse en el mundo de lo microscópico. Se trata de burbujas de gas tan pequeñas que miden apenas una milmillonésima parte de un metro. Su diminuto tamaño les permite permanecer suspendidas en el agua por largos periodos sin subir y estallar como las burbujas convencionales.
Al mantenerse activas por más tiempo, las nanoburbujas pueden liberar gases como oxígeno, CO₂ u ozono de manera más lenta y uniforme, lo que mejora la calidad del agua y optimiza procesos biológicos y químicos. Esta cualidad las vuelve ideales para aplicaciones en agricultura, acuicultura, tratamiento de aguas e incluso la industria alimentaria.
Pero más allá de su estructura, lo importante es su impacto. Al integrar esta tecnología, se logran sistemas más sostenibles, con menor consumo de recursos y una mejor capacidad de respuesta a los desafíos ambientales que enfrentamos hoy.

Soluciones eficientes en sectores de alto impacto
La empresa chilena Kran Nanobubble ha liderado la adopción de esta tecnología en sectores estratégicos. Su propuesta se centra en facilitar la instalación de sistemas de nanoburbujas sin modificar la infraestructura existente, integrándose directamente a procesos industriales con uso intensivo de líquidos.
En agricultura, por ejemplo, las nanoburbujas han permitido ahorros de agua superiores al 50 % en riego de áreas verdes y cultivos, al mejorar la absorción de nutrientes y la aireación del suelo. En acuicultura, su uso ha demostrado una mejora en la salud de los peces y una reducción de enfermedades al elevar el oxígeno disuelto de manera más efectiva que los métodos tradicionales.
En tratamiento de aguas residuales, se ha registrado una disminución del 14,3 % en la demanda química de oxígeno y una mayor eficiencia en la eliminación de sólidos orgánicos. Estos resultados no solo representan avances técnicos, sino que son también un claro ejemplo de cómo el diseño sostenible puede generar valor económico y ambiental.

¿Qué son las nanoburbujas en el contexto empresarial?
Desde una perspectiva de responsabilidad social corporativa, qué son las nanoburbujas no es solo una pregunta técnica, sino estratégica. Las empresas enfrentan presiones crecientes por adoptar prácticas más sostenibles, y las tecnologías emergentes como esta ofrecen oportunidades reales para reducir su huella hídrica.
Empresas como Coca-Cola LATAM ya han incorporado sistemas de nanoburbujas en plantas de tratamiento de aguas residuales en varios países, logrando mejoras de hasta un 40 % en eficiencia energética. Estas alianzas muestran que el sector privado tiene un rol decisivo al escalar soluciones innovadoras que benefician tanto al negocio como al entorno.
El modelo de Kran destaca por su enfoque colaborativo y de validación científica, generando confianza en una tecnología que aún despierta escepticismo en algunos sectores. Con resultados tangibles, se está cimentando la credibilidad de un modelo que apuesta por el progreso económico alineado con la regeneración ambiental.
Innovación con impacto social y ambiental
Kran no solo fabrica sus propios generadores de nanoburbujas; también diseña soluciones a medida para cada industria y aplicación. Esto permite una precisión notable en la selección del gas, la dosificación y la integración con los procesos productivos. De esta manera, las soluciones no son solo eficientes, sino escalables.

La empresa ha sido reconocida con premios internacionales como el Siemens Water Innovation Challenge y el sello Top Innovator por el Foro Económico Mundial. Estos reconocimientos no son menores, ya que demuestran la viabilidad de esta tecnología para resolver uno de los problemas más urgentes de nuestro tiempo.
Entender qué son las nanoburbujas también significa reconocer su potencial como herramienta de equidad y resiliencia. En comunidades vulnerables o en regiones con estrés hídrico, su adopción puede marcar una diferencia significativa, garantizando acceso a agua limpia y eficiente sin necesidad de grandes inversiones.
Colaboración para escalar soluciones
Kran ha extendido su impacto más allá de Chile, llevando su tecnología a mercados clave como México, España, Brasil y Argentina. Estas alianzas son posibles gracias a un modelo que promueve la colaboración intersectorial entre empresas, gobiernos y organismos multilaterales.
Gracias al programa 100+ Accelerator, respaldado por gigantes como AB InBev y Coca-Cola, Kran ha logrado escalar su propuesta, facilitando la implementación de tecnologías limpias en entornos industriales de alto consumo. Su enfoque combina innovación, validación y replicabilidad, pilares fundamentales para construir soluciones duraderas.
Este tipo de colaboración es crucial en el ecosistema de la responsabilidad social empresarial. Invertir en tecnología como las nanoburbujas no solo mejora indicadores operativos, sino que permite cumplir compromisos de sostenibilidad, fortalecer reputaciones y generar valor compartido.

Producir más con menos, de manera responsable
Saber qué son las nanoburbujas ya no es solo cuestión de innovación científica, sino de visión estratégica. Esta tecnología tiene el potencial de revolucionar el uso del agua en industrias clave, ofreciendo soluciones concretas ante una crisis que no admite demoras.
Kran ha demostrado que es posible reducir el consumo de recursos, aumentar la eficiencia operativa y conservar el medio ambiente al mismo tiempo. Sus resultados confirman que el progreso tecnológico y la responsabilidad social pueden —y deben— ir de la mano.
El futuro del agua no está en soluciones lejanas o imposibles, sino en innovaciones como esta que, aunque invisibles a simple vista, están transformando el mundo gota a gota.
Fuente: Expok comunicación de Sustentabilidad y RSE