Tras la recesión económica que vivió el mundo durante el confinamiento, la re activación ha provocado un aumento de la demanda de energía —dependiente aún de los combustibles fósiles— que nos aleja del objetivo de mantener la temperatura global por debajo de los 1.5 ºC y que ha acelerado el reloj climático, pero ¿qué significa esto para los humanos?
Los informes más recientes del IPCC señalan que para evitar los peores efectos de la crisis climática, se tienen que reducir las emisiones para 2030. Por lo que alinearse a dicho propósito, aunque no nos libraría de los desastres ambientales, ayudaría a mantener habitable el entorno. Claro, si realizan a tiempo los programas de prevención y medidas de resilencia.
La medida de una crisis
Según lo reporta el portal The Conversation, desde 2015, se ha implementado un tipo reloj climático, que se encarga de dar seguimiento de los datos de emisiones y temperaturas mundiales. Es así que empleando la tendencia de emisiones de los últimos cinco años, se ofrecen datos aproximados de la velocidad con la que nos aceramos al límite de una crisis.
Nos encontramos en una encrucijada. Las decisiones que tomamos ahora pueden asegurar un futuro habitable. Tenemos las herramientas y los conocimientos necesarios para limitar el calentamiento.
Hoesung Lee, presidente del IPCC.
Lamentablemente, en su último ajuste el reloj ha demostrado que, en lugar de disminuir los contaminantes y desacelerar el termómetro, estamos un año más cerca de vivir el día cero de la humanidad.
Carrera contra el reloj climático
En este contexto, es que resulta necesario visualizar y medir el progreso hacia los objetivos globales, por ello, el reloj climático se encarga de hacerlo, mostrando, en su última previsión, que las emisiones generadas en 2021 presentan una tendencia a la alza en cuanto al calentamiento.
Las emisiones de CO2 procedentes del uso mundial del petróleo se mantienen muy por debajo de los niveles anteriores a la pandemia, pero se espera que aumenten en los próximos años a medida que el transporte por carretera y la aviación se recuperen de las restricciones relacionadas con la COVID-19.
Si bien, los especialistas han señalado la urgente aminoración de emisiones, la búsqueda de estabilidad después de la pandemia hace ver inalcanzable lograr los acuerdos ambientales y detener el tiempo.
Seguimiento al calentamiento global 2022
Para comprender cómo se reajusta el reloj climático, se requieren tres conjuntos de datos actualizados, que se encargan de analizar las afectaciones que tiene el medio ambiente así como las repercusiones de las actividades humanas:
1. Estimaciones IPCC
A partir de los aspectos recabados por el más reciente Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) ha quedado aún más que confirmado que las emisiones humanas son las responsables del calentamiento climático.
Es así que empleando esa estimación, se predijo que tan solo en noviembre del 2021, la temperatura alcanzó 1.24 ºC por encima de la media en el periodo de 1850 a 1900.
2. Predicciones de Global Carbon Project
El proyecto de investigación de Global Carbon Project trabaja con la comunidad científica internacional para establecer una base de conocimientos en común. En este se ha acordado apoyar el debate sobre políticas y la acción para frenar y, en última instancia, detener el aumento de los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera.
Según sus cifras, en los últimos cinco años, este grupo ha notado lo frecuente que siguen siendo las emisiones de dióxido de carbono derivadas de los combustibles fósiles —además está contabilizando las que provienen adicionalmente del uso del suelo—.
Gracias a dicho esfuerzo, ha demostrado que de 2016 a 2021, debido a la ausencia de una intervención política adicional, las emisiones mundiales de dióxido de carbono han aumentando 200 millones de toneladas (aproximadamente medio punto porcentual) al año —y seguirán así—.
3. Presupuesto de carbono restante
El último aspecto que toma en cuenta el reloj climático es la estimación sobre la cantidad total de emisiones de dióxido de carbono que aún se pueden emitir, sin exceder una determinada meta de temperatura global.
Se ha estipulado que las emisiones restantes son de 500,000 millones de toneladas, a partir de 2020. Sin embargo, al paso actual, tan solo del 2020 al 2021 se han emitido 80,000 millones de toneladas, dejando solo 420,000 millones «libres», colocándonos a 10 años de alcanzar la temperatura global de 1.5 ℃.
Reducir las emisiones puede darnos tiempo
Pese a que la última actualización del reloj del clima en 2020 destacaba una disminución de las emisiones globales derivadas del confinamiento, para 2021, estas volvieron a ascender.
Ante dicho escenario, es importante recordar que cada emisión evitada es tiempo ganado. Asimismo, que la disminución de GEI, como el metano o el óxido nitroso, también ayudará a prolongar nuestra llegada al límite crítico.
Algo es seguro: de concretar los objetivos climáticos en las próximas dos décadas, tenemos muchas posibilidades de no conseguir los 1.5 ºC, pero son escasos los países que han adoptado este nivel de ambición —como Uruguay, Finlandia, Islandia y Austria— y propuesto compromisos netos cero rápidos, es decir, para el año 2040.
El tiempo se agota y el reloj climático avanza dejando en claro que la urgencia por mitigar el daño ambiental ya no es solo una misión altruista si no un asunto de sobrevivencia, que implica el trabajo y la colaboración de todos.
Fuente: Expok News